4 de agosto de 2011

Quiero dos tarjetas electorales más.

Ya en 1896, hasta antes del petróleo, en el COJO ILUSTRADO, Manuel Vicente Romero García escribía "Venezuela es el país de las nulidades engreídas y las reputaciones consagradas". Hay que ver cómo esa verdad luego se potenció a la enésima con la ayuda de las resultas del petróleo. Sazonado con mucha cursilería mediática, las nulidades nos restriegan a diario sus imbecilidades y, como razón, esa sola bastaría para arrancarle de cuajo al cacique que esté de turno, la chequera con nuestras resultas petroleras.
Pero qué difícil es cuando la sola posibilidad de llegar ser el cacique manejador de tales las resultas, o uno de sus más íntimos ayudantes, hace que todo político venezolano insista en que esas resultas sean del Estado. El poder decidir qué hacer y qué deshacer con nuestras resultas es un instrumento de poder demasiado irresistible para ellos poder renunciar a éste. En otras palabras, los ciudadanos necesitamos movernos nosotros mismos, si es que queremos acabar con tener nuestras resultas petroleras financiando a las nulidades engreídas.
En tal sentido le pido a la MUD, y al PSUV, que en las próximas elecciones presidenciales, incluyan una tarjeta donde el elector pueda votar por el candidato de la MUD o el del PSUV, pero cuyo uso expresa la exigencia del votante de que existan estrictas limitaciones sobre el monto de las resultas petroleras a ser entregadas al Estado, y que las restantes sean repartidas de manera disciplinada y equitativa entre los ciudadanos.
Y el asunto se nos hace urgente por cuanto la campaña electoral está entrando en esa fase donde se nos promete extraer más y más petróleo (ellos lo llaman producir más y más petróleo) y donde se nos promete usar las resultas petroleras mejor y mejor (sin que oigamos algo nuevo o distinto de lo que hemos oído desde 1974). La verdad es que algunas de las cifras de extracción que están asomando por ahí, si calculamos los barriles vendidos a los precios actuales, resultaría en unos ingresos petroleros del Estado tan gigantescos, que sin duda garantizaría una dictadura de-facto... sin importar el candidato que gane.
La semana pasada pregunté en este mismo espacio ¿quién cree usted que le puede dar un uso más adecuado a las resultas petroleras, cada venezolano usando 200 dólares mensuales, o usted usando 63.875.000.000 anuales? Si bien recibí apoyo como nunca de los ciudadanos, ni un solo político siquiera asomó una respuesta. ¿Será necesario inscribir una candidatura monotemática en las primarias de la MUD para tener el chance de que el asunto sobre quién debe ser el sembrador del petróleo en Venezuela, el cacique o los indios, por lo menos se discuta? ¿Algo como lo que describí en "Los 100 días del presidente Kurowski" en EL UNIVERSAL el 5 de mayo 2011?
En Estados Unidos existe hoy un movimiento que se conoce como el "Tea Party". Es muy difícil definir a ese movimiento pero por lo menos ha logrado que ciertos asuntos de gran interés para el ciudadano, y para quienes pagan impuestos, y que antes estaban silenciados por el sindicato de los políticos, por lo menos se comienzan a discutir. ¿Será que aquí necesitaremos algo parecido? Lo bueno es que en nuestro caso ese movimiento no tendría por qué azuzar más divisiones, por cuanto sería un movimiento con todos los ciudadanos unidos de un lado y algunos pocos políticos unidos del otro.
El Universal