21 de octubre de 2010

¡Quitémoslo ya!

Y con el título no me refiero al cacique de turno y que aun cuando comprendo que hayan quienes pueden estar tentados a cometer un serio acto de infidelidad democrática, ese no solucionaría mucho, a menos que logremos quitarnos ese yugo que significa la centralización de los resultas petroleras en las manos de unos pocos habladores de pazguatadas… de las repúblicas que sean.
Muchos artículos exponen el símil entre el rescate de los mineros en Chile y la necesidad de rescatar a los venezolanos. No es completamente aplicable. En Chile los mineros estaban ansiosos por retornar a la luz y al aire libre, mientras que en Venezuela, aún no conocemos lo que es un sistema de gobierno iluminado que permita respirar. Aquí lo que nos peleamos es solo sobre quién nombrar como jefe de turno en nuestra oscura mina, esperando sacarnos en la lotería uno que nos haga la vida algo más llevadera, hasta que llegue el próximo inútil.
Como nación tenemos un problema existencial cuando chillamos, cuando un cacique nos humilla usando nuestras resultas petroleras de manera grotesca, como contratando sin razón con un país lejano y para nada transparente y donde nadie podrá ir a reclamar algo, la construcción de 4.000 viviendas… y solo terminamos en sugerir un cambio de cacique.
En la semana, en una entrevista con la BBC, observamos a un inteligente y culto oposicionista quedar básicamente reducido a otro quítate-tú-para-ponerme-yo, al tratar de explicar lo de nuestro país, sin referenciar nuestra condición de país petrolero con las resultas colocadas en manos del cacique de turno. Mi respuesta hubiere sido:
"Afamado señor entrevistador inglés, si usted viviese en un país donde el 90 por ciento de unos fabulosos ingresos por exportación le entran directamente al gobierno, solo entonces usted tendría la posibilidad de comprender la imposibilidad de tener una democracia real, no obstante el número de elecciones… entonces usted tendría que acostumbrase a ver cosas como a su reina vestida en minifalda fabricada de palmas del color que al cacique le guste, bailandito, y una sociedad humillada observándola mudamente. Pero, mientras eso no ocurra, le garantizo que usted no tiene la menor idea de lo que pasa en Venezuela, ni podrá jamás entenderlo… así que no perdamos el tiempo. Buenas noches".
Ruego que algunos de los nuevos diputados a la Asamblea se dediquen a informarse sobre lo que es luz y aire libre, para entonces buscar una puerta esperanzadora para el futuro del país, para que no perdamos más tiempo buscando solo con urgencia puertas de salida de emergencia, vez tras vez tras vez.
La puerta de entrada al futuro consiste en librarnos de esa maldición de entregarle a los caciques el inmenso poder de nuestras resultas petroleras, sin que siquiera quede constancia de ello. El día que tales resultas, directamente o vía un fondo completamente aislado de la política, vayan a los ciudadanos, es cuando vamos a poder conocer sobre quiénes saben gobernar y quiénes no.
Políticos y politiqueros, los venezolanos ya llegamos al llegadero y simplemente no queremos confiarles más nuestras resultas petroleras. Si cumplen su función, encantados pagaremos los impuestos que nos correspondan.
Quitémonos la maldición de ser humillados, de la manera que sea, por unos gobernantes independientemente ricos y para quienes, una vez electos, solo somos una molestosa ladilla.
El Universal