25 de marzo de 2010

La OPEP y los ciudadanos

Resulta lógico recomendarle a Estados Unidos que aumente los impuestos a la gasolina, por ejemplo a los niveles europeos, para así reducir su consumo. Con ello Estados Unidos lograría disminuir su déficit comercial importando menos gasolina, disminuiría su déficit fiscal cobrando más impuestos y actuaría con mayor responsabilidad ambiental emitiendo menos dióxido de carbono. Es solo una cuestión de tiempo hasta que las realidades económicas superen las inconveniencias políticas.

Cuando lo anterior ocurra, la demanda por el petróleo disminuirá, presionando su precio a la baja y capturando para el fisco de ese país consumidor una mayor porción del valor del petróleo. Hoy por ejemplo, los fiscos europeos perciben más ingresos vía los impuestos sobre la gasolina por cada barril de petróleo, de lo que percibe quien para siempre sacrifica ese recurso natural no renovable. Entre 1997 y 2002 publiqué más de 50 artículos sobre este tema tan ignorado, muchos de ellos en El Universal.

Lo anterior significa que resulta más importante que nunca tener una OPEP fuerte, por cuanto ahí reside nuestra mejor posibilidad de lograr obtener por el petróleo no renovable. Algo más que el margen entre nuestro costo promedio de extracción y el costo marginal de extracción mundial.

No se trata que la OPEP, por cuanto se afecta los intereses de sus miembros, se oponga ciegamente a los impuestos sobre el consumo de la gasolina, una misión casi imposible. La OPEP antes que nada debe buscar asegurar que tales impuestos no discrimen exageradamente al petróleo, o por lo menos que se destinen a propósitos que sean más cónsonos con los intereses del mundo.

Lo digo por cuanto países tales como Alemania y España, al mismo tiempo que defendían los altísimos impuestos a la gasolina con finos argumentos de protección ambiental, usaban tales ingresos fiscales fungibles, para subsidiar el aún más contaminante carbón, así discriminando el petróleo.

Hago este llamado por cuanto tal como la Cuarta con frecuencia no actuaba con responsabilidad ante la OPEP, incumpliendo cuotas de extracción y lanzando el país por la vía de aumentar masivamente la capacidad de extracción, de igual manera la Quinta parece ahora entrar en un hágase cualquier cosa para quedarse en el poder, sin importarle nuestro mañana.

Es cierto que para un indígena del planeta Tierra y a la vez un ciudadano de un país petrolero, resulta difícil armonizar la responsabilidad ambiental con el natural deseo que el país logre mayores ingresos.

Lo anterior solo es posible asegurando para nuestro país el mayor ingreso posible, por barril de petróleo sacrificado, al mismo tiempo que garantizamos el darle el mejor uso posible al ingreso. En otras palabras, es igual de equivocado el no buscar recibir lo más que podamos por nuestro petróleo, como dilapidar lo recibido.

Lo primero sólo lo lograremos apoyando a la OPEP, lo segundo, sólo entregando los ingresos petroleros directamente a los ciudadanos, para así librarnos de los usurpadores de nuestro petróleo.

Si nuestro Oligarca Petrolero de turno hubiese sido un empresario hace tiempo que hubiese despedido a todos sus gerentes. No lo hace por cuanto no es empresario y por cuanto de todo corazón cree que nuestras resultas petroleras son de él para disponer como le da la real gana… y nosotros, los tan sumisos bolsas, seguimos aceptándole aquello a nuestro Oligarca Petrolero de turno.

El Universal

Un reciente editorial del Washington Post