15 de octubre de 2009

Un reto a los articulistas venezolanos

Persisto en discutir lo ignorado y casi prohibido, lo de quitarle las resultas petroleras al Estado, para así lograr un gobierno que gobierne con lo que la ciudadanía le pague con sus impuestos, como cualquier país normal, en lugar de tener que sufrir los embates de un gobierno independientemente rico. Y me río de quienes me acusen de fastidioso y monotemático por cuanto para mí no puede haber algunos tan fastidiosos y monotemáticos como quienes persisten, década tras década, desilusión tras desilusión, en querer seguir entregándole nuestras resultas petroleras al Estado.

De seguro, por enésima vez aparecerán algunos de esos egos importantes inflados por su auto sentido de responsabilidad social a increparme ¿Qué es eso de estar repartiendo y regalándole a la gente lo que no ha ganado con trabajo? Pues de nuevo le responderé "¿Acaso el país se ha ganado esas resultas petroleras?". ¿Acaso el Estado se los ha ganado sobre la base de un esfuerzo arduo y serio? ¿Acaso en nuestro país se reparten las resultas petroleras a quienes lo han ganado con su trabajo?

Milton Friedman resumió las posibilidades de gastar el dinero en las siguientes cuatro alternativas: 1.-Puedes gastar tu dinero en ti mismo. 2.-Puedes gastar tu dinero en otros. 3.- Puedes gastar el dinero de otros en ti mismo. 4.-Puedes gastar el dinero de otros en otros.

Clasifiquen ustedes mismos las cuatro opciones de cómo gastar de acuerdo a como garantizan el mejor uso de los recursos. Lo que deseo son 27 millones de ciudadanos gastando sus resultas petroleras de acuerdo a las alternativas 1 y 2; en lugar de lo que tenemos, uno o unos muy pocos gastando nuestras resultas petroleras según las alternativas 3 y 4.

No quiero que otros repartan a sí mismo u a otros las resultas petroleras en gasolina regalada, dólares preferenciales, malos servicios públicos o vía sobornos políticos nacionales o internacionales. Estoy seguro poder sembrar mejor con esas resultas petroleras, tal como estoy seguro que mis compatriotas sabrán tomar mejores decisiones sobre cómo gastar su dinero, en ellos mismos o en otros.

Y no es que no quiera que haya gobierno, todo lo contrario, estoy seguro que alimentarlo exclusivamente con nuestros impuestos es la única manera de lograr tener un gobierno. Lo que tenemos, definitivamente no es gobierno.

Reto a todos los articulistas en Venezuela a que, así sea una sola vez en su vida, escriban sobre lo que debería ser uno de los temas más transcendentales en un país petrolero, el quién debe tener la responsabilidad final por administrar y sembrar las resultas petroleras: el Estado o los ciudadanos.

Los reto por cuanto estoy absolutamente seguro que con su ayuda podemos derrumbar cualquiera de los argumentos a favor de que sea el Estado que tome todas las decisiones; y por cuanto estoy seguro que aun cuando por sus pequeñas y burguesas razones todos no puedan llegar a aceptar la entrega en efectivo de las resultas a los ciudadanos, por lo menos podemos llegar a la conclusión que lo más importante para nosotros, los simples ciudadanos, es el quitarle la chequera con las resultas petroleras a los políticos.

Articulistas, no dejen que el día de mañana alguien comente sobre su legado… "Qué extraño, jamás escribió sobre ese tema. ¿Acaso nunca quiso o nunca pudo ser otra cosa que un humilde súbdito del petroautócrata, el de turno o el aspirante?".

8 de octubre de 2009

¡No somos de confiar!

Por dos razones nosotros, los ciudadanos, no somos de confiar cuando se trata de elegir a quien no se vaya a volver loco manejando la chequera con nuestras resultas petroleras. La primera es que nuestras propias infundadas expectativas nos nublan la mente y la segunda, que tal persona no existe.

Vez tras vez nuestros importantes sabihondos se rasgan las vestiduras hablándonos sobre los problemas que significa ser un país rentista y sobre el clientelismo que mantiene secuestrado a nuestra democracia, pero son incapaces de dar un paso adelante para cambiar aquello, por cuanto todos albergan el sueño de algún día ser ellos quienes controlan esas resultas. En ello, no importa lo culto y refinados que sean, todos nuestros importantes sabihondos son igualitos al petroautócrata de turno… y a quien por cierto le tienen una envidia enea.

Pero supongamos teóricamente que existiese ese mesías venezolano que supiese sembrar nuestras resultas petroleras de tal manera que todos nos beneficiemos. ¿Seguiríamos jugando la lotería para sacarnos ese gordo, aun a sabiendas que las características que tal persona deba tener para lograrlo ya de por sí hace imposible el que pueda ser elegido en nuestra democracia mediática? ¿Y seguiremos jugando esa lotería aun a sabiendas que si milagrosamente lográsemos elegir al correcto, es indispensable repetir el mismo milagro vez tras vez tras vez… para que una manzana podrida no eche todo a perder en un nanosegundo?

Frecuentemente oímos hablar que los pueblos se merecen los gobiernos que tienen. ¡Qué insolencia! Los pueblos son inocentes en todo esto, los que se lo merecen son los sabihondos importantes y las elites… esas del arrimarse a las distribuciones de las resultas petroleras, esas del que-hay-para-eso, o esas del quítate-tú-para ponerme-yo… esas elites sí se merecen el gobierno actual y quizás hasta uno aún peor.

Oigan cualquier programa de opinión. Ahí se sientan los expertos a discutir con importante vocabulario sobre trenes de alta velocidad por aquí, mejor educación por allá, independencia alimentaria por aquí, seguridad por allá, pero todo, absolutamente todo, basado en que habrá mejores gobernantes… ellos mismos… ellos que sí saben lo que es bueno para nosotros.

Ruego por que los jóvenes de alguna generación de venezolanos logren rebelarse contra el colocar las resultas petroleras en manos del Estado y de sus petro-autócratas y lo cual nos mantiene en un inalterable estado de solo ser una promesa de país. Ruego por que los ciudadanos algún día asuman con valentía la responsabilidad de ser ellos los sembradores del petróleo, para así librarnos del yugo que significa la pelea continua por la distribución de las resultas petroleras.

Y hablando de censura, si algo ha sido de verdad censurado o autocensurado en nuestro país, ese ha sido el debate sobre quién debe sembrar el petróleo, el ciudadano o el petroautócrata de turno.

El próximo domingo, en nuestras iglesias, roguemos porque esta generación de venezolanos al fin logre amarrarse a los mástiles para resistir las tentaciones de los cantos de aquellas sirenas subcontratadas que publicitan las promesas de quienes con increíble arrogancia dicen saber sembrar y administrar las resultas petroleras.
Jóvenes, al bajarse los pantalones mostrando las nalgas en protesta, muéstrenselas a todos… y rueguen que no deban verse en el espejo.

El Universal

1 de octubre de 2009

Muéstrenos los espejitos

Cuando por televisión vi a Antonio Brufau, el presidente de Repsol, salir de una librería de Madrid donde tuvo una reunión con nuestro petro-autócrata de turno, portando una sonrisita de inmensa satisfacción, les confieso que me entraron unas inmensas ganas de cachetearlo, por cuanto él, tan europeo, debe estar consciente del irrespeto con que en Venezuela se trata a nosotros los verdaderos dueños del petróleo venezolano, al mantenernos en las tinieblas sobre lo que pasa con nuestros recursos naturales agotables.

Ya quisiera yo ver a Brufau, como ciudadano español, si algún extranjero le estuviese haciendo lo mismo en España. Y que no nos venga a llorar mañana pidiendo una ayudadita cuando se le enrede el papagayo. Nosotros tenemos el derecho de por lo menos ver los espejitos que proponen a cambio de las perlas, para asegurarnos que sirvan para algo más que pavonear, así que, Brufau, pon a la disposición de los venezolanos todos los convenios que tiene firmados Repsol con Venezuela. Y si acaso Brufau necesita de un empujón, solicito aquí la ayuda de todo ciudadano español, de todo accionista de Repsol o de toda autoridad que pueda tener alguna injerencia en el asunto.

Y que no me vengan a decir que todo esto me sale solo a cuenta de un descontento con el gobierno actual, por cuanto puedo evidenciar que llevo décadas en aquello de buscar la verdad sobre nuestro petróleo. Entre otro fui de los primeros en cuestionar cómo Pdvsa le enviaba petróleo por debajo de su valor a Citgo para que pudiere demostrar ganancias, aun cuando ello resultase en que sin razón tuviésemos que pagar impuesto sobre la renta en Estados Unidos, y para lo cual tuve que acudir a conseguir información en la Bolsa de Nueva York. Igualmente fui de los primeros en cuestionar la estructura de los contratos de apertura ya que implicaban un gran cheque para el momento y hambre para el mañana.

Esta semana en una reunión internacional sobre la transparencia de contratos en la industria petrolera, observando la participación de unas empresas de las que en su momento formaron parte de "las (malucas) siete hermanas" y los avances que la sociedad civil ha tenido en convencer algunas de ellas sobre la necesidad de mayor transparencia y responsabilidad social y ambiental, se me pasó por la cabeza que justamente cuando ya podemos lograr cosas mejores para el país, nuestros gobiernos firman convenios obscuros, con entes obscuros, de países obscuros para lograr cosas mejores, para los de nuestros gobiernos. Señor Antonio Brufau: ¿Conoce usted a sus otros colegas inversionistas petroleros en Venezuela?

En la exposición de motivos de nuestra Constitución leemos sobre: "La consagración amplia del derecho a la participación en los asuntos públicos de todos los ciudadanos… responde a una sentida aspiración de la sociedad civil organizada que pugna por cambiar la cultura política generada por tantas décadas de paternalismo estatal y del dominio de las cúpulas partidistas que mediatizaron el desarrollo de los valores democráticos". Señor Antonio Brufau, ¿Está usted enterado que hace usted negocios con violadores de la Constitución?

Señor Antonio Brufau. El logo de Repsol aparece en el folleto de la Iniciativa de Transparencia en la Industria Extractiva (EITI)… ¿Es puro show?

El Universal