26 de marzo de 2009

El 29% ya llego al buen llegadero

Primero se quedan con todas nuestras resultas petroleras y luego, por cuanto no les alcanza esa teta y por cuanto a nosotros los ciudadanos nos quedaron unos bolívares por haberle prestado nuestros servicios al Estado, ahora, con una segunda hojilla, nos repasan, poniéndole la mano a nuestros depósitos bancarios para seguir financiando sus ocurrencias. Son tan caraduras que además sostienen que esa segunda repasada no equivale a impuestos. ¿Levante la mano quien crea que esos bolívares nuestros nos serán devueltos valiendo lo mismo?

Esta semana me llegó una copia de un estudio de opinión efectuado por Ecoanalítica en enero y febrero de 2009, con 1.260 entrevistas cubriendo ciudades mayores de 20.000 habitantes y edades entre 18 y 65 años. ¡Siéntense!... en ella aparece lo siguiente:

Pregunta: ¿Quién considera usted que debe distribuir el ingreso petrolero?

Respuestas: Presidente de la República 16%; Pdvsa 48%; gobernadores y alcaldes 12%; consejos comunales 22%; No sabe/No respondió 8% y "Nadie, que me transfieran directamente lo que me corresponde", el 29%

Increíble… el 29% de los venezolanos, cuando la posibilidad ni siquiera se ha discutido y mucho menos se ha explicado y defendido, responden, sólo a punta de intuición, con un "que me transfieran directamente lo que me corresponde", mientras que sólo el 16% apoya que nuestras resultas las distribuya el Cacique de turno, el de-facto actual Gran Distribuidor.

Por lo que se ve el 29% llegó al buen llegadero donde se abandona la infantil creencia que sólo nos toca conseguir un buen sembrador y sentarnos a esperar la abundante cosecha. Ayudemos ahora a los demás a llegar a ese mismo lugar y así lograr conseguirnos un gobierno que gobierne para los ciudadanos, en lugar de gobernar para ponerle las manos a nuestras resultas petroleras.

Desde ya les garantizo que es posible establecer un sistema de reparto de resultas petroleras 100% confiable, donde cualquier malversación está cubierta por una póliza de seguro que compensa 1.000 veces cualquier pago indebido y donde el que lo descubre recibe el 20% de esa indemnización.

Desde ya les garantizo que es posible establecer un sistema de reparto de resultas petroleras eficiente donde el costo de distribuir por ejemplo vía tarjetas de débito recargables es mínimo.

Desde ya les garantizo que es posible establecer un sistema de reparto de resultas petroleras transparente donde el nombre, cédula y dirección de cada ciudadano receptor es fácilmente identificable en la red.

Digo lo anterior para que no perdamos ni siquiera un segundo en las tontas discusiones técnicas sobre la dizque imposibilidad de asumir la responsabilidad directa por nuestras propias resultas petroleras y en las que de seguro buscarán meternos quienes siguen ilusionados con el ponerle la mano a nuestras resultas petroleras, para ellos manejárnoslas, cuan unos madoffos. ¡Viva la revolución de los sembradores!

PS. Un lector me indico acertadamente que los porcentajes pro mi indicados sumaban 127%. Por supuesto que debería haberlos sumado pero me imagino que la emoción me desbordo. No obstante aquí les entrego la dirección donde se puede encontrar la presentación a la cual hago referencia y que en la pagina 12 da las cifras a las cuales me referí.

http://servicios.iesa.edu.ve/portal/presentaciones/MP_politica032009.pdf

Pero más importante aún otro lector me indico que del otro lado de la calle venezolana también se discute el tema.

http://www.aporrealos.com/forum/viewtopic.php?p=260196&sid=1525f5b6c912dd88ced92a772b2273af

19 de marzo de 2009

Gasolina ardiente

"La gente que consume mucha gasolina en esos carros de lujo, no es justo" dijo nuestro cacique o Gran Hacendado de turno buscando elevación moral y política en la preparación de su primer aumento de la gasolina.

No obstante que el cacique de turno no tiene ningún derecho moral para opinar lo anterior, parecería ser que muchos de la oposición, por brutos, van a pelearle el aumento cediéndole la colinita y dejándolo salirse con las suyas. Eso no es aceptable.

Lo injusto, lo inmoral y lo estúpido es el haber estando regalando la gasolina a todo quien tiene carro, durante más de diez años, escondiéndose tras la cortina de un folclórico Socialismo dizque del siglo XXI. Lo justo, moral e inteligente hubiese sido el haber vendido la gasolina a su valor de mercado internacional y distribuir las resultas de esa venta directamente a los ciudadanos.

Una vida de 70 años equivale a 613.200 horas por lo cual cada día en nuestras carreteras quemamos en las colas de 10 a 20 vidas venezolanas. Al mismo tiempo contribuimos con mucho más de lo que sería nuestra cuota parte como ciudadanos globales responsables en la contaminación de nuestro planeta. Eso es injusto, inmoral y estúpido. Lo justo moral e inteligente hubiese sido haber desarrollado un eficiente transporte público.

En ocasiones el valor del regalo de la gasolina a los precios actuales ha sobrepasado 70 dólares por tanque de gasolina y eso en un país como el nuestro, con tantos pobres que no reciben nada, es simplemente una sinvergüencería criminal. Y de eso estaba siempre muy consciente nuestro cacique de turno, no vaya ahora él a echarnos un cuento que se sentó bajó un samán y una voz le habló y lo iluminó.

La oposición no debe pelear ni un segundo en contra de un aumento de la gasolina sino exigir con toda la fuerza moral del caso que ni un solo bolívar proveniente de un aumento de los precios de la gasolina se introduzca en ese tragamonedas alterado que ya se tragó casi un trillón de dólares sin haber producido nada a cambio. El aumento de la gasolina debe costarle como mínimo al cacique de turno, un gran aumento en la descentralización del poder.

Repito, por enésima vez, no busquemos a nuestro querido país donde lo perdimos sino donde lo queremos encontrar y, en ese sitio, no hay lugar para una gasolina regalada.

Finalmente me uno a tantos quienes claman por la configuración de un solo partido de oposición, como una mínima y necesaria expresión de seriedad ante los tiempos tan difíciles que se avecinan. Lo cual por supuesto tampoco implica que a esos oposicionistas unidos sí les confiaría mi veinte y ocho millonésima parte de las resultas petroleras. En eso no caigo más nunca.

12 de marzo de 2009

Nosotros, los maldecidos

Si todas nuestras resultas petroleras hubieren sido entregadas directamente a los ciudadanos, en partes iguales, y luego viene el gobierno a recoger tales recursos, estaríamos en la presencia de la madre de todos los sistemas de impuestos regresivos del mundo. ¿Qué rayos tiene un impuesto marginal del 100% a los más pobres que ver con el socialismo, con una cristiana justicia social o simplemente con un buen gobierno? 
De nuevo participé en unas conferencias en el Banco Mundial sobre la temática del cómo lograr más transparencia y un mejor uso de los ingresos provenientes de la industria extractiva, petróleo y minas. Hubo muchas propuestas bien intencionadas y bien argumentadas sobre cómo ayudar a los países que habiendo sido bendecidos de jure con unos recursos inmensos han terminado de facto siendo maldecidos por esos mismos ingresos. 
No obstante para alguien que como Ustedes ha visto su país desperdiciar dos bonanzas petroleras y busca la manera de evitar que ello ocurra con una tercera, las reuniones fueron algo decepcionantes por cuanto de nuevo todo está basado en la falsa premisa que si sólo los gobiernos le hiciesen caso a estos expertos diseñadores de políticas públicas, todo saldría bien… como si el problema nuestro fuese que nadie le haya informado a nuestros gobiernos sobre el cómo administrar mejor nuestras resultas petroleras. Algo molesto, pedí la palabra. 
Les expliqué que si bien deseamos una mayor transparencia con respecto a los ingresos petroleros y por supuesto agradecíamos sus apoyos, eso, a la hora de la verdad, significaba poca cosa, por cuanto la verdadera maldición petrolera estaba en el formar parte de una ciudadanía que se sienta a los pies de un cacique o un Gran Hacendado en la expectativa que les sea entregada la cosecha de lo sembrado, en lugar de sembrar y cosechar ellos mismos sus resultas petroleras. 
Les expliqué que jamás había conocido un gobernante o un hacedor de políticas públicas que tuviese pinta de haber sido maldecido por el petróleo y que esa condición estaba exclusivamente reservada para los ciudadanos. 
Les asomé que la única política pública con alguna posibilidad de salvarnos de la maldición era la de radicalmente limitar lo que recibía el gobierno de las resultas petroleras, por ejemplo a un 3% del PTB y el resto entregárselo, de una manera u otra, directamente a los ciudadanos. 
Les dije que aparte del populismo político también existía el riesgo que sus recetarios fuesen a conformar una especie de populismo de políticas públicas y que terminarían siendo aprovechados por los creadores y aprovechadores de ilusiones. 
Les dije que necesitábamos una coalición mundial de ciudadanos maldecidos por el petróleo, para así darnos fuerzas mutuas con las cuales enfrentar a los usurpadores. Les pedí su apoyo, aun a sabiendas que por cuanto el Banco Mundial y demás organizaciones similares trabajan esencialmente para los gobiernos no nos la pueden dar abiertamente. En esta pelea, nosotros los ciudadanos, nos encontramos completamente solos… como debe ser.

5 de marzo de 2009

Socialistas y neoliberales, ¡uníos!

Estoy seguro que los socialistas sinceros, aquellos que respetan profundamente al pueblo y que no usan al pueblo para adelantar sus propios intereses deberían estar de acuerdo con una propuesta donde a cada ciudadano se le entrega su cuota parte de las resultas petroleras. Con ello evitarían que los ciudadanos sean sujetos a una confiscación regresiva de sus recursos sólo para financiar las ocurrencias del cacique o del Gran Hacendado que esté de turno. Con ello evitarían que la voz de los ciudadanos sea silenciada por la chequera petrolera, convirtiéndolos en unos humillados pedigüeños.

Estoy seguro que los neoliberales sinceros, aquellos que aceptando las limitaciones del mercado respetan profundamente la sabiduría inherente a las decisiones libres de millones de individuos y que no usan sus teorías solo para justificar privatizaciones o conquistar monopolios deberían estar de acuerdo con una propuesta donde a cada ciudadano se le entrega su cuota parte de las resultas petroleras. Con ello evitarían tener que someterse a la tortura de tener que oír al cacique o al Gran Hacendado que esté de turno creerse capaz de tomar, en nombre de todos, las más acertadas decisiones económicas.

Lo que pasa es que los socialistas sinceros y los neoliberales sinceros, se encuentran disminuidos por quienes secuestran la bandera socialista y la bandera neoliberal, buscando magnificar las diferencias que existen entre las dos filosofías políticas, con el solo fin de poder erguirse como líderes y adelantar sus propias posibilidades de llegar a ser el cacique o el Gran Hacendado de turno, con derecho a imponer ocurrencias.

Es hora de entender que la profunda insatisfacción que existía con respecto a las actuaciones de la Cuarta tiene exactamente el mismo origen que la profunda insatisfacción que hoy existe con respecto a las actuaciones de la Quinta. No debemos permitir que las diferencias que puedan existir entre los distintos caciques o los Gran Hacendados de turno, o entre los candidatos a tales posiciones, nos confundan, ya que la verdad es que esas diferencias y aún cuando puedan ser importantes, resultan totalmente irrelevantes en el contexto de nuestra Venezuela petrolera.

Socialistas sinceros y neoliberales sinceros, uníos en buscar que el pueblo reciba directamente sus resultas petroleras. Así podrán los ciudadanos aprender a efectuar su propia siembra de lo que la providencia tan generosamente les ha legado. Así podrán los ciudadanos responsabilizarse por su propio futuro en lugar de quedarse sentado esperando la entrega de su menguada parte de una mala siembra y cosecha hecha por el Estado.

27 millones de ciudadanos, responsables cada quien por su parte de las resultas petroleras, siempre habrán de producir un mejor resultado para nuestro país que un cacique o un Gran Hacendado vanidosamente creyéndose responsable por 27 millones de ciudadanos. Tan sencillo como eso.

El Universal