22 de mayo de 2008

¡Repartamos con confianza la confianza!

Imagínense dos países, uno en el cual cada uno de los 26 millones de ciudadanos reciben de 200 a 400 dólares mensuales por concepto de su participación en las resultas de liquidar el petróleo y otro en el cual todos esos ciudadanos, entre quienes hay muchos que no tienen nada de nada, le entregan todas esas resultas a un cacique para que se los siembre y administre. ¿Cuál de los dos países tiene los ciudadanos más cuerdos y responsables?

Ustedes saben que desde unos meses acá he osado proponer que después que Pdvsa haya satisfecho sus requerimientos de inversión se repartan todas las resultas del petróleo directamente entre los ciudadanos venezolanos, en partes iguales, en efectivo y sin condiciones. Por supuesto que esa idea no es fácilmente asimilable por unas mentes domesticadas para de forma paradigmática creer que el repartir dinero es malo y que exponerse a tales tentaciones, llevaría al país al derrumbe moral... igual como yo también una vez lo pensaba.

Lo triste para mí no ha sido tanto el que no me hayan aceptado la propuesta de inmediato gritando vivas y sacándome en hombros como el gran descubridor del desnudo rey, sino que tantas de las respuestas que he recibido evidencian la profunda desconfianza que existe en el país, entre todos sus ciudadanos. El 99% de los que se oponen y en eso no se diferencian si son chavistas o se consideran de oposición, lo hacen explícitamente sobre la base de que "el venezolano es una mierda y no se merece esa confianza". Algunos hablan de "los ricos aprovechadores de mierda" y otros de "los pobres aprovechadores de mierda".

Una nación es un conjunto de personas que viven en un mismo territorio, comparten una serie de elementos comunes y están gobernados por una misma estructura política. En tal sentido les hago la siguiente pregunta: ¿Puede existir una nación si el principal de esos elementos en común es la desconfianza entre los ciudadanos compatriotas? ¡Difícil! Que tontería el discutir referéndum autonómicos, en un país donde cada ciudadano se comporta como un ente autonómico.

Pocos pueblos se ufanan de manera tan exagerada y hasta cursi sobre su nacionalidad como lo hace el venezolano, lo cual revela su angustia de no pertenecer a una verdadera nación, a menos que alguien sinceramente crea que nuestro "sálvense quien pueda" califique como tal. Por los caminos que vamos en algún momento nuestra Venezuela está condenada a desaparecer en las arenas movedizas de la desunión y lo cual es una tragedia para todos quienes recordamos haber vivido en una nación donde la principal fuente de orgullo era justamente el ser compatriota de los venezolanos.

Las resultas del petróleo, especialmente durante una época de altos precios, hacen del ciudadano para el gobierno de turno, un molestoso innecesario; mientras que la centralización de las resultas petroleras en el Estado, convierte a todos los ciudadanos en competidores por la tajada. Todo ello conspira en contra de la unidad nacional, por lo que antes de perder tiempo buscando un gobierno en quien confiar, lo que necesitamos es recuperar la confianza entre nosotros los ciudadanos.

En tal sentido, para salvar nuestra nación, sugiero que nos entreguemos a cada quien una parte igual de las resultas del petróleo, como símbolo de amistad y confianza. Con ello lograríamos también que el gobierno gobierne para nosotros, con los recursos que nosotros aceptemos pagarles en impuestos.

Aparte de dejar el petróleo en el subsuelo para siempre, tal alternativa parece ser la única manera de como lograr eliminar de entre todos nosotros, a nosotros los "aprovechadores de mierda", seamos ricos o pobres.

El Universal
Noticiero Digital